Hermano de Annabelle, primo lejano de Michael Myers
No lo vamos a negar. Colocar a uno de estos muñecos, entre inofensivos y diabólicos, en una película, ya de por sí pone los pelos de punta. Subgénero de extensa tradición en el cine de terror, la aparición de uno de estos juguetes en escena ya pone al personal en guardia. Obviamente, el referente más popular -y generacional- es aquel Chucky de Muñeco diabólico (Tom Holland, 1988), aunque más recientemente nos hemos topado en las pantallas con Annabelle (John R. Leonetti, 2014), muñeca espeluznante pero terriblemente desaprovechada.
Brahms, el muñeco que aparece en The Boy, no tiene demasiadas particularidades. De hecho, su cara de porcelana tiene una cierta expresión angelical. Pero su primera aparición en escena, aunque inocente, transmite mal rollo.
La nueva película de William Brent Bell (The devil inside, 2012) no inventa nada, al contrario. Mezcla convenientemnte unos buenos topicazos del género y, para sorpresa del personal, porque la introducción de la historia cuenta con un punto de partida un tanto ridículo, logra meterse al público en el bolsillo a los diez minutos.
Greta es una joven estadounidense que huye de un tormentoso pasado viajando a Inglaterra, donde ha sido contratada por un matrimonio para cuidar de un niño. Pero su nuevo trabajo como canguro no será lo que ella espera, sobre todo cuando descubra que Brahms, la criatura de la que tiene que encargarse, es en realidad un muñeco. Sin embargo Greta lo único que ve es una buena manera de ganar dinero fácil. El matrimonio se marcha a unas merecidas vacaciones y ella cobrará una buena suma por cuidar de un muñeco. Tan solo tiene que seguir una serie de sencillas reglas para que todo esté en orden. Pero claro, Greta se las salta a las primeras de cambio hasta que comienzan a ocurrir extraños sucesos, lo que llevará a la joven a creer que Brahms está vivo.
El mérito de la película se encuentra en una correcta dirección de William Brent Bell que transforma en imágenes un consistente guión de Stacey Menear, muy apoyado en una típica historia de terror clásico, ambientada en una gigantesta y tétrica mansión, que logra un buen puñado de sobresaltos. Ayuda el tono oscuro que imprime la fotografía de Daniel Pearl y un ritmo notable para desarrollar una trama que en cualquier otra cinta hubiese sido un desastre pero que en The Boy logra resultados más que satisfactorios, sobre todo en su primer tramo.
Interpretada por Lauren Cohan (The Walking Dead) y Rupert Evans, a los que se unen unos cuantos secundarios que llevan bastante bien su papel de comparsas, deriva en un final un tanto cojo, en el que Brahms pasa de ser la versión masculina de Annabelle a un sucedáneo de Michael Myers. Quizá esa recta final es la que impide que The Boy sea una película de género redonda. Aún así, el giro de los acontecimientos no emborrona un conjunto más que satisfactorio y, sobre todo, resultón.
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