miércoles, 17 de febrero de 2016

Series / Vinyl

Bienvenidos al circo del rock'n'roll

La primera escena de Vinyl está envuelta en un halo de revelación. Estamos en Nueva York. 1973. El protagonista compra siete gramos de coca y antes de realizar una llamada se dirige al Mercer Arts Center. Un local plagado de tipos extravagantemente vestidos. Sobre el escenario cinco jóvenes escupen Personality Crisis. Son los New York Dolls. Encontrarse frente a unos tíos prendiendo la mecha, incendiando un local con un par de acordes sin ser conscientes de que están gestando una nueva revolución musical. 

El piloto dura cerca de dos horas y es una nueva muestra del buen hacer de Martin Scorsese, que es quien lo dirige. Vinyl da en su primera aparición lo que se esperaba de ella: sexo, drogas y rock'n'roll. Y sí, también puede ser que nos recuerde a El lobo de Wall Street, con ese ritmo frenético y un buen par de actuaciones histriónicas de un nivel apabullante. 
No se podía haber encontrado a nadie mejor para manejar la nave de la nueva serie de HBO. Junto a Martin Scorsese viajan Mick Jagger -que no necesita presentación- y Terence Winter, que ya firmó el guión de la mencionada El lobo de Wall Street y que estuvo junto a Scorsese en Boardwalk Empire. El singular tridente se propone durante diez episodios radiografiar la cultura musical de los 70 desde su privilegiada situación de entendidos en la materia. Los tres tienen en común un desmedido gusto por la música: Jagger por ser el líder de la banda más grande del planeta; Scorsese por ser un reconocido melómano -ha filmado dos documentales musicales sobre Bob Dylan y los Stones al margen del espléndido gusto del que ha hecho gala en sus películas-; y Winter por ser un especialista en empaparse de la documentación necesaria para que todo esté en orden. 


Richie Finestra (Bobby Cannavale), es el jefe del sello discográfico American Century, una mezcla entre Tony Soprano y el Don Draper de Mad Men con un matrimonio con Devon Finestra (Olivia Wilde) claramente a la deriva por culpa de los excesos y de la entrega total al trabajo. Un trabajo que le tiene sumido en una crisis existencial. Con bandas que hacen giras mastodónticas que llenan estadios y que parecen copiarse unas a otras, Finestra se pregunta si lo que hace tiene sentido, si sigue siendo relevante y si es capaz de dar al público algo nuevo mientras pelea con otros gigantes del sector. La necesidad de seguir estando vivo en un mundo de chupasangres o dejarse llevar y terminar siendo engullido por PolyGram, de la que intenta sacar un pico a través de Led Zeppelin.

La elección de los New York Dolls y el Personality Crisis para abrir este gran piloto no es, ni mucho menos, casual. Con el rock ya en lo más alto, Johnny Thunders y los suyos, travestidos, con las caras maquilladas y sus pelos con cardados imposibles, escupían sus letras y abusaban de las guitarras en sus míticos conciertos del Mercer Arts Center de Nueva York. Considerados una banda de glam rock -aunque posteriormente se les dio la etiqueta de proto punk- fueron la principal influencia para bandas como Ramones, The Damned y, por supuesto, Sex Pistols. 
Es 1973 y el panorama del rock está a punto de cambiar. Y eso es algo que Richie Finestra no puede dejar pasar. 

Evidentemente el peso de la trama lo lleva Bobby Cannavale -al que ya vimos como Gyp Rosetti en Boardwalk Empire- pero por la serie pululan un buen puñado de secundarios, algunos hijos de figuras relacionadas con la música. Por ahí está Juno Temple -hija de Julian Temple, documentalista que ha firmado entre otras, The filth & the fury, sobre los Sex Pistols- y James Jagger, hijo de Mick, que interpreta al líder de la banda punk The Nasty Bits.

Un piloto que termina siendo un retrato sobrio, estilizado y de mucho ritmo para retratar una época fascinante de excesos y creatividad salvaje que pone el listón muy alto. Habrá que esperar para ver como se va desarrollando la serie, aunque pinta bien. Martin Scorsese ya ha anunciado que volverá a ponerse detrás de las cámaras -los siguientes capítulos han sido delegados a otros directores- y todo apunta a que llegará una segunda temporada. El arco temporal en el que se sitúa la serie, 1973, da para estirar la trama. Veremos.   

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