Mareante ataque a Manhattan
Durante una increíble (y exitosa) campaña promocional, Monstruoso -Cloverfield en el original- se dedicó a ir soltando pistas sobre un misterioso ataque a la ciudad de Nueva York. La historia de la película comenzó con un tráiler donde unos jóvenes que se encuentran en una fiesta escuchan un rugido y, tras asomarse a la azotea, observan una explosión y algo gigantesco haciendo añicos la ciudad. La particularidad del tráiler es que, al contrario que otros, no mostraba el título de la película ni tampoco su fecha de estreno en los Estados Unidos. La campaña viral estaba lanzada y su impacto fue tremendo. La utilización de una filmación que simulaba ser una grabación amateur dio vía libre a un buen puñado de vídeos que circularon por youtube que descolocaban al personal, ya que no se sabía si eran verdad o no, y comenzaron a emitirse falsos noticieros que informaban sobre el ataque de una misteriosa criatura. Se había creado el hype.
Detrás de todo esto se encontraba J.J. Abrams, una de las mentes más lúcidas que ha dado la televisión contemporánea y creador de ese éxito que fue Perdidos. Ejerciendo labores de producción se había juntado con Matt Reeves, con el que ya había trabajado en la creación de la serie Felicity y eligieron a Drew Goddard -La cabaña en el bosque (2012)- para escribir el guión. Lo cierto es que, en su conjunto, la película está un poco lejos de las expectativas creadas por la campaña promocional, aunque bien es cierto que funciona mucho mejor que otros tantos productos que tiran del recurso cinematográfico de la cámara en mano.
En mitad de la noche, la ciudad de Nueva York se ve sorprendida por el ataque de un monstruo gigantesco. En un edificio de Manhattan, un grupo de jóvenes celebran la fiesta de despedida de uno de ellos hasta que un rugido y unas fuertes explosiones les indican que algo no va bien. Cuando se asoman por la azotea observan que la ciudad está sumida en el caos. Y huyen, claro.
Monstruoso es cine rápido, muy rápido, pensado única y exclusivamente para el entretenimiento, por lo que si se busca algo más, aquí es imposible encontrarlo. Ni tan siquiera una carga emocional que nos lleve a empatizar con los personajes porque, siendo serios, deseamos durante su corto metraje que los protagonistas mueran entre terribles sufrimientos -sobre todo el figura de la cámara-. Tampoco hay una carga moralizante ni nada que se le parezca con la salvedad de que, si uno rebusca un poco, pueda encontrar restos del estado de paranoia post 11-S que daba sus últimos coletazos.
Reformulando ese maravilloso subgénero que es el kaiju japonés, cuyo mayor exponente es Godzilla, que había conocido un remake norteamericano en 1998 de la mano de Roland Emmerich, Monstruoso entretiene y se disfruta sin demasiadas pretensiones. Además, cuenta con unos logrados efectos especiales en medio de todo el realismo que se le intenta dar a la historia y el ritmo narrativo es muy notable cuando en la mayoría de los productos cortados por el mismo patrón suele ser tedioso y un batiburrillo de cortes que no llevan a ninguna parte. También hay una historia de amor totalmente prescindible que se subsana con un par de momentos muy logrados, aunque yo, personalmente, esperaba mucho más.
En el debe, claro está, la utilización del trillado found footage, que si bien parece el recurso cinematográfico perfecto para la película, lo cierto es que lleva al agotamiento del espectador. O al menos, al mío.
Es cierto que la utilización de una cámara de vídeo para dar la sensación de grabación amateur ofrece la posibilidad de vivir en primera persona la experiencia. Pero claro, en mitad del caos y las carreras por la supervivencia, todo se vuelve demasiado loco, la cámara no para de moverse, se gira continuamente y uno quiere ver y al final ve más bien poco. Eso sí, le viene como anillo al dedo.
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